Paseando por Chiberta (Anglet-Francia), me doy cuenta, nuevamente, de la importancia que tienen esos momentos, sencillos, en buena y entrañable compañía, no mucha, que te quiere de verdad, que no está constantemente juzgándote, hiriéndote, que te conoce y te deja ser, que se preocupa por ti, que no espera nada a cambio de nada, que poco o mejor dicho nada tiene que ver con lo cotidiano, con esa parte de la familia que no sientes como tal...con las preocupaciones.
La naturaleza te embriaga, el silencio es la mejor música que puedes oir y te sientes parte de un todo.
Lo peor es esa sensación de cansancio, que el tiempo se escapa de tus manos, y sobre todo tener que volver a esa falsa realidad, a esa falsa ilusión que es el día a día en el que lo que me rodea difiere muchísimo de lo que yo quisiera que fuera.
Paseando por Chiberta, me doy cuenta.